domingo, 25 de septiembre de 2016

Noelia comparte su experiencia



De vuelta en casa y es hora de pararnos a pensar lo meditado, reflexionado y aprendido en este viaje.
Todo empezó con un ¿Quién se apunta al Camino de Santiago? de la Madre Rosario. La práctica del deporte, lo que disfruto en la familia MD y mi sueño de hacerlo alguna vez en la vida me trajeron aquí. Debo admitir que días antes, los nervios se me comían y que preparé la maleta con mucha desgana y pesadez. Pero...llegó el gran día y mi chip cambió. Ganas, ilusión, entusiasmo y efusividad eran los sentimientos que se sentaron conmigo en la furgopetra el 31 de julio.
12 días después, exactamente el 11 de agosto, mientras estaba montada en la furgopetra de vuelta a Albal, me planteaba si había merecido la pena este viaje. Para ello, tuve que recordar y revivir muchos de los buenos momentos y de los no tan buenos. La solución fue clara en el momento que mi cara sonreía y sentía tristeza porque se acercaba la despedida. Además, ¿A quién le vienen tantos gracias si no ha merecido la pena?
 
Quiero dar las gracias al motor de este viaje y sí, esa eres tú, Madre Elena. Gracias por el millón de horas que has dedicado a esto. Por tu esfuerzo y constancia en cada kilómetro. Por ser un claro ejemplo de superación y de que todo es posible. Pero, sobretodo, por tu paciencia en todas las que hemos liado.
 
Gracias al resto de madres: Madre Mercedes, Madre Asun y Madre MªJosé. Por vuestro cariño, dedicación y amor diario. Nunca nos ha faltado de nada y cada ayuda o consejo que necesitábamos ahí estabais vosotras para dárnoslo.
 
Gracias al resto. Por haberme hecho desconectar del mundo. Por todas las reflexiones que me he llevado de vuestras palabras. Por cada liada que hemos hecho. Por haberme hecho más fácil el camino cuando los kilómetros apretaban. Por contarme un poco de vuestra vida. Por hacer que cuente los días para adentrarme en otra experiencia en la que estéis vosotros. Porque sí. GRACIAS a cada uno de vosotros, desde el primero hasta el último. Porque nada de esto hubiera sido igual sin vosotros.
Por último, dar las gracias a nuestro gran guía, Dios. Gracias por cada uno de los paisajes. Por la paz interior que has llegado a transmitirme. Por dejar que apartara alguna que otra mala experiencia que ha ocurrido y me centrara en todas las buenas. Pero, sobretodo, gracias por haberme dado esta gran oportunidad.
Así que, ahora, es cuando viene la típica pregunta de ¿Repetirías el camino de Santiago? Pues sí. Es una experiencia fascinante y que todo ser humano debería experimentar. Es un viaje diferente a cualquier otro y también es un viaje muy difícil de expresar. Por eso, amigos, familia, conocidos, futuros peregrinos adentraros en el placer de seguir la concha y dejaros llevar por la meditación y la paz interior.
¡Nos vemos en la próxima aventura familia!



Noelia marí Corraliza

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