A modo de resumen
introducción, diré que ha sido una experiencia para repetirla.
Sé que es común
decirlo, pero sinceramente, ha sido diferente, más sería. Sería no en el
sentido de aburrida, sino de sincera, en serio…
Muchas veces
necesitamos un tiempo para pararnos, pensar en nosotros, qué somos, cómo somos,
qué queremos ser, qué nos hace avanzar y a su vez, qué nos lo impide… y ese
tiempo lo he tenido aquí.
En el día a día
posiblemente también pueda sacarlo, pero es que estamos tan metidos en la
rutina que llegamos a acumular demasiada sensaciones. Estas sensaciones muchas
veces nos hacen no actuar de la forma más correcta; y es que se nos olvida que
Dios está ahí, que va a escuchar cualquier cosa que queramos contarle, en
cualquier momento.
Y creo que salgo distinta, mejor, más limpia y ordenada,
con las ideas más claras, dispuesta a vivir un Adviento de verdad.
La convivencia con los
ancianos ha sido genial y de forma indirecta, a veces sin hablar, también he
aprendido. Resulta sorprendente ver cómo viven, y que a pesar de sus
incapacidades la mayoría sonríen. Ancianos que pueden tener un día alegre con
que te sientes a su lado y les preguntes ¿cuánto tiempo lleva usted aquí? y yo,
que no soy de emocionarme por fuera, me he emocionado por dentro.
¡Qué gran labor llevan
a cabo nuestras madres!. Muchas gracias
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