jueves, 12 de abril de 2018


UNA PASCUA DIFERENTE...

Muchas personas me han dicho que es una locura irse la semana de vacaciones a Madrid, ya que eso conlleva; madrugar, no ir a la playa con las amigas, no salir de fiesta y realizar demás tareas que no se suelen hacer cuando estás en tu semana de descanso.

A todas esas personas les digo lo mismo, y es que para mí, ir a Madrid no significa "trabajar" en mi semana de vacaciones, para mí ir a Madrid es un regalo del que pocas personas pueden ser satisfechas. En cosas cotidianas y sencillas como: que una niña te haga un dibujo, que te diga que quiere que la acompañes al cole, que juegues con ellas a campo quemado, o simplemente que una niña te pida el beso de buenas noches, son hechos tan simples, pero tan especiales a la vez, que son esas las cosas que me llenan de felicidad, mucho más que salir una noche de fiesta o que quedarse durmiendo en casa.

Yo empecé esta aventura hace dos años, en un campo de trabajo, el cual se realizó en Madrid. Fue tanto lo que aprendí y tanto lo que viví, ya no solo con las niñas y las Madres del hogar, sino conmigo misma también, que han pasado ya un par de años de ese encuentro, y mis amigas y yo hemos vuelto a ir todas las pascuas desde ese campo de trabajo por nosotras mismas, sin necesidad de que se celebrase allí ninguna convivencia ni ningún encuentro. Y deseando estoy de poder ir el año que viene.   

Este año he ido cinco días, y han sido unos días espectaculares y perfectos, los cuales volvería a repetir sin pensarlo dos veces. En resumidas cuentas, ir al hogar de Madrid es una experiencia donde se recibe más de lo que se da.   





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